sábado, 19 de diciembre de 2009

Despedida y cierre

Todo tiene un principio y un final, y si hay algo que se termina demasiado pronto son las vacaciones. El regreso sólo tiene una razón de ser: preparar el siguiente viaje.

Soy consciente de que me falta mucho por ver en Argentina. Es un país inmenso –imposible de aprehender en veinte días – al que debo volver no en una, sino en varias ocasiones. Todo el mundo, absolutamente todo el mundo, intentó hacerme la estancia más agradable; la gente es excepcional. Lo pasé a lo grande y sólo puedo recomendarlo a los que aún no lo conocen. En ningún momento me sentí inseguro y los paisajes son espectaculares.

Ruta 40 termina aquí. Me he divertido mucho con este blog, subiendo un buen puñado de fotos y relatando mis experiencias. Espero que os haya gustado. La casualidad ha querido que termine justo un año después de haber estado por allí. Ahora, al ver las fotos, los sentimientos de un viaje inolvidable regresan con fuerza.

No quiero despedirme sin agradecer vuestros animosos comentarios, vuestro apoyo a lo largo de este último año. De verdad, de todo corazón, muchas gracias, ya sabéis lo importante que ha sido para mí.

Escoger las fotos de esta última entrada no ha sido tarea fácil, pero el que desee profundizar puede rebuscar por el blog o enviarme un correo (lo encontráreis en mi perfil) que le atenderé encantado. Os dejo con un resumen del viaje. Poneos cómodos que son muchas fotos.

Iguazú





Lagos en torno a Bariloche





El volcán Lanín

La mítica Ruta 40




La fauna al borde mismo de la carretera



Paisajes de ensueño en el Parque Nacional de los Alerces


El paseo por el glaciar Perito Moreno



La excursión por el Parque Nacional Los Glaciares




Inmensas paredes de hielo que avanzan sin descanso.





Una Patagonia salvajemente acogedora en la que te das cuenta de tu verdadero tamaño.



Carreteras sin principio ni fin aparente.





Paisajes lunares completamente inesperados.

Árboles y huesos de dinosaurios petrificados desde hace millones de años.




Amigos, ha sido un placer compartir esta experiencia con vosotros.

miércoles, 16 de diciembre de 2009

Una tarde en Buenos Aires

Cuando comenté que sólo pasaría una noche en Buenos Aires todos me dijeron que estaba loco, que era una ciudad preciosa y que merecía más atención. No lo dudo, pero tenéis que entenderme.

Yo vivo en Madrid, y lo último que deseo cuando voy de vacaciones es pisar más asfalto. Además, viajé solo, y es muy triste asistir a un espectáculo de tango y cenar en solitario, mientras que uno puede quedarse admirando un lago durante horas o caminar por el monte sin ninguna compañía. Cada viaje tiene sus cosas.


Conducir es uno de mis vicios, tomar fotografías, otro, aunque éstas de hoy no estén precisamente entre las mejores. Disfruté de esos paisajes, de esos caminos tan poco transitados y de esa naturaleza apabullante. En ningún momento me aburrí ni eché de menos estar con alguien. Es más, me alegro de haber ido en solitario porque las sensaciones son diferentes. Pero ver una ciudad es otra cosa. Guardo B.A. para otra visita, para cuando haya visto el resto de Argentina.


Aún así, tuve tiempo para darme una vuelta por el centro, visitar algunas librerías (porque me hacía ilusión comprar libros de allí), ver la Casa Rosada, la Plaza de las Madres de Mayo, la Catedral; y, por supuesto, comprar unos alfajores.




Iberia, o mejor dicho, sus pilotos, que estaban de huelga, tuvieron la “gentileza” de retenerme allí una día más, pero el viaje ya estaba hecho. Como siempre, tenemos que pagar los platos rotos los pasajeros. Debe ser que ellos no ganan lo suficiente ni tienen bastantes días de descanso. Lo que sí tienen es mucha jeta y un sindicato muy fuerte al que tenemos que someternos.

La compañía se portó muy bien. Nos pusieron un taxi que compartí con una pareja de argentinos que volaban hacia Valencia y nos alojaron en un buen hotel que además estaba bien situado.


Aproveché para dar otra vuelta, esta vez sin cámara. Ya tenía todas las fotos del mundo.

sábado, 12 de diciembre de 2009

Patagonia III

La tarde avanza, las nubes también y ya tengo encima la tormenta.


Continúo tragando kilómetros, en dirección sur, en un intento desesperado por aprovechar hasta el último instante. Mañana vuelo a B.A. y pasado, de vuelta a España. A pesar de la lluvia, sigo bajando a cada momento para sacar fotos. La cámara echa humo y pide un descanso que no conseguirá.





Ya os dije que estos bichos tienen la mala costumbre de cruzarse cuando menos se espera.



Estas fotos las hice un poco antes y no corresponden al orden cronológico, pero no quería dejar de ponerlas. Es imposible describir en un blog las sensaciones que te invaden allí. La soledad, el espectáculo de una naturaleza virgen, el viento incansable. Las llanuras interminables, y los cielos cargados de nubes…



Mi esperanza es llegar hasta Esperanza, valga la redundancia, donde hay una gasolinera y podré repostar, pero cada vez llueve más, anochece y el asfalto se acaba. No me apetece conducir por una carretera de ripio bajo la lluvia. Al final se impone la prudencia y decido regresar. Mi aventura en la Ruta 40 se ha terminado, pero lejos de sentir tristeza estoy eufórico, pensando en que algún día no muy lejano he de volver.


La carretera asciende un poco y nos ofrece una panorámica de la Patagonia a modo de despedida de esta preciosa región.